Desde muy pequeña, la lectura fue mi salida al mundo exterior, descubrí la amistad, la aventura, el amor, incluso el sexo. Página a página devoraba la historia y sentía verdadera pena de que se acabara. Pero la magia volvía a repetirse en el mismo momento en que abría la tapa de un nuevo libro ...fascinante.

martes, 4 de abril de 2017

EL GIMNASIO

Este relato que se me ha escapado de la imprenta y no ha podido entrar en el libro, os lo pongo para que lo podáis leer todos.





 
El otro día paseando por una calle de mi ciudad, me extrañó en estos tiempos de crisis, el ver dos gimnasios grandes abiertos y con gente, bastante joven por lo que vi a través de unas grandes cristaleras que dan a la calle, en un gimnasio esta todo lleno de cintas de correr con hombres, en su mayoría, corriendo y sudando y en el otro gimnasio, que esta muy cercano en la misma acera, esta lleno de bicis estáticas, y allí vi que había mayoría de mujeres, con sus mallas sudando la camiseta, o el body, porque iban muy ceñidas de ropa, no como cuando iba yo a clases de estiramientos, que eran unas mallas y una camiseta ancha, y las mallas porque el profesor decía que si no veía si estirábamos bien el músculo.

Entrados en harina, que se dice vulgarmente, me di cuenta de la estupidez humana, pagar para estar corriendo siendo que lo pueden hacer gratuitamente a 5 minutos de allí en el parque de La Aljaferia, y ya no te digo lo del tema de las bicis, que van y vienen por donde quieren...

Al hilo de lo de la estupidez me acordé de una conversación que tuve con mi Reumatólogo, hace unos años, cuando en una de mis múltiples visitas, ya hablábamos de todo y él me comentó una anécdota que le ocurrió y se me quedo grabada y es la siguiente: Estaba harto de que los amigos y la familia le dijera: oye tienes que venirte al gimnasio, que es muy bueno, que tenemos una edad, que te vendrá bien para la salud, y sin muchas ganas el hombre se apunto al gimnasio, convencido como estaba que con ir y venir andando a su lugar de trabajo era suficiente.

Me dice, al llegar allí veo a un hombre con exceso de todo menos de vello, y empieza a colocarnos en una sala y él en un lugar un poco más alto con un micrófono pegado a la cara y una música estridente, altísimo el volumen...y empieza, a saltar y a gritar uno, dos, tres, 50 veces el mismo movimiento. La persona que me refería esto, es el Jefe de Reumatología de uno de los Hospitales más grandes de Zaragoza, y claro veía que el ejercicio que el que gritaba, no era el adecuado para tal o cual articulación, también veía que el elemento de las mallas no tenía ni “pajolera” idea de corregir la posición de los que no lo hacían bien, incluso pensaba: de un momento a otro voy a tener que intervenir como médico porque alguno de esto les va a dar un infarto, por exceso de ejercicio, porque el del exceso de todo, les achuchaba a no parar, gritando: venga, más, otras 20 veces.

El hombre, el Reumatólogo, no podía más y no llegó a ir una semana, cuando se despidió del gimnasio, en el que había pagado una cuota que ni siquiera pidió que le devolvieran, solo les dijo a la señorita que tienen para atender y al elemento de los gritos, que era médico y Reumatólogo, que no podía seguir allí, porque veía lo mal que estaban haciendo las cosas y porque además veía a casi todos los que estaban con él en las clases, como potenciales pacientes suyos, porque iban a producirse una lesión en algunos casos grave e irreversible.

También le dijo al señor depilado con mallas y micrófono, que debería tener una titulación no de “preparador físico” si no de rehabilitador, que es lo que deberían de exigir las autoridades para ejercer en los gimnasios, porque hacía más mal que bien con los ejercicios que él “obligaba” a realizar.

El hombre que los llevaba al borde de la rotura fibrilar, no respondió nada, y se fue. La señorita todo era disculparse, decir, que porque no había dicho que era médico y sobre todo temía que denunciara al gimnasio.

Mi Reumatólogo se fue sin decir nada, feliz por haber abandonado ese lugar que para él era un castigo, por todo lo que veía que se realizaba.

Volvía a ser un hombre feliz con sus caminatas. Para callar a la familia se compró una cinta andadora que tiene cogiendo polvo en la terraza...

Desconfiar de estos modernos gimnasios donde los monitores no están cualificados para ejercer ni orientar respecto a que ejercicios son los adecuados para cada cliente.

No nos dejemos llevar de modas absurdas, y caminemos que es un ejercicio completo, sano y barato.

El secreto para estar en forma consiste en quemar todas las calorías que se consumen y eso se consigue caminando, simple y llanamente, y a nuestro ritmo, sin tener a un elemento gritándote en la oreja y con una música horrorosa taladrándote los tímpanos.







No hay comentarios: